Rab Joseph Dov Soloveitchik (parte 15)

Seis llamados: D-s toca la puerta

Kol Dodi Dofek está impregnado de una metáfora recurrente: el pueblo judío busca a D-s, D-s busca al pueblo judío, se encuentran, se pierden, se reencuentran, etc. Esto está basado en Shir HaShirim (Cantar de los Cantares): tradicionalmente, se entiende que este libro habla metafóricamente, mediante la figura de una mujer y su amante, del pueblo judío y D-s. Más tarde analizaremos con un poco más de profundidad esta metáfora y su significado en el contexto de esta obra de Rab Soloveitchik. Por ahora, nos sirve saber que la idea de fondo es que D-s llama a la puerta del pueblo judío y le dice: acá estoy. Depende del pueblo judío abrir la puerta y dejarlo pasar o seguir encerrado solo, con la puerta bajo llave.

Rab Soloveitchik dice que hubo seis instancias en las cuales D-s, en la hora más oscura, tocó la puerta para que el pueblo judío se despierte de su letargo:

  • En el plano político, la resolución de la ONU de partición de Palestina y la creación del Estado de Israel.
  • En el plano militar, la victoria del recién creado Estado de Israel frente a los enemigos árabes.
  • En el plano teológico, el Estado de Israel es una prueba contra el supersesionismo que expone buena parte del mundo cristiano.
  • En el plano nacional, el despertar las almas dormidas de muchos judíos asimilados gracias al Estado de Israel
  • En el plano de la reacción frente al antisemitismo, el pueblo demostró que la sangre judía no es gratuita: estamos dispuestos a defendernos de nuestros enemigos.
  • En el plano de la seguridad, todo judío sabe que el Estado de Israel es un refugio contra las persecuciones, el antisemitismo y la judeofobia.

Veamos cada uno de estos dos puntos con mayor profundidad, citando al mismo Rab Soloveitchik…

Primero, el llamado del Amado se escuchó en la arena política. Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, nadie puede negar que el renacimiento del Estado de Israel, políticamente, fue casi un suceso sobrenatural. Tanto Rusia como las naciones occidentales apoyaron la creación del Estado de Israel. Esta fue quizás la única resolución en la que el Este y el Oeste se pusieron de acuerdo (durante la Guerra Fría). Tiendo a pensar que las Naciones Unidas fueron creadas especialmente para este objetivo: cumplir la misión que la Providencia Divina le impuso. Me parece que uno no puede señalar ningún otro logro concreto de parte de las Naciones Unidas.

¡Pensar que hoy la ONU es uno de los reductos más bajos del antisionismo a nivel mundial! Es increíble cómo la ONU degeneró, llegando a acusar al Estado de Israel de las cosas más ridículas y absurdas. A la luz de los últimos acontecimientos, las palabras de Rab Soloveitchik suenan casi proféticas. Es interesante que Rab Soloveitchik remarca, trazando un paralelo con Ajashverosh (Asuero, rey de Persia durante los hechos narrados en la Meguilat Ester) que los líderes mundiales son, desde cierto punto de vista, enviados de D-s: aquel que ve con ojos espirituales verá la Mano de D-s en la decisión de la ONU de crear al Estado de Israel.

Segundo, el llamado del Amado se escuchó en el campo de batalla. Las débiles fuerzas de defensa de Israel derrotaron a las poderosas fuerzas árabes. El milagro de “los muchos siendo derrotados en manos de pocos” se materializó frente a nuestros ojos, ¡y un milagro más grande todavía ocurrió! D-s endureció el corazón de Ishmael y lo obligó a ir a la guerra contra el Estado de Israel. Si los árabes no hubiesen declarado la guerra contra Israel y hubieran aceptado el plan de partición, el Estado de Israel se hubiese quedado sin Jerusalén, sin una parte importante de Galilea y sin varias zonas del Néguev.

Este párrafo está salpicado de referencias religiosas: Rab Soloveitchik cita implícitamente a los Macabeos y su desigual lucha contra los seléucidas helenísticos (“los muchos derrotados en manos de los pocos”), y explícitamente al Éxodo de Egipto (cuando los judíos estaban a punto de salir de Egipto, D-s “endureció el corazón” del Faraón, obstinándose el monarca en mantener a los judíos como esclavos cuando era evidente que esa actitud era suicida).

Tercero, el Amado también golpea la puerta en el plano teológico, y seguramente este sea el llamado más fuerte. En varias ocasiones, enfaticé en mis opiniones respecto a la Tierra de Israel que los argumentos de los teólogos cristianos que afirmaban que D-s había quitado a Kneset Israel sus derechos a la Tierra de Israel  (y que todas las promesas bíblicas referentes s Sión y Jerusalén ahora se referían alegóricamente al cristianismo y a la Iglesia cristiana) se demostraron públicamente, con la creación del Estado de Israel, como falsos y sin sentido.

Rab Soloveitchik está hablando del supersesionismo o teoría del reemplazo, según la cual D-s ha hecho un nuevo pacto con los cristianos (el “Nuevo Testamento”) que reemplaza el pacto con el pueblo judío (el “Antiguo Testamento”). Una de las “pruebas” clásicas, expuesta por Agustín de Hipona, es que la situación de pobreza y opresión de los judíos, nómades sin hogar fijo, territorio, autonomía ni soberanía, es una demostración de la superioridad del cristianismo por sobre el judaísmo: la pésima situación de los judíos a nivel político y socio-económico es un castigo de D-s por no aceptar al cristianismo como la “verdad”. La existencia misma del Estado de Israel moderno es una refutación categórica de este tipo de argumentos: los judíos hemos recobrado soberanía territorial y manejamos nuestro propio destino. Ya no dependemos de la “benevolencia” del señor feudal, el rey de turno o las autoridades eclesiásticas: somos hacedores de nuestro porvenir porque ya no estamos subyugados a otros. Así, el supersesionismo ha sufrido un gran descrédito y ciertas partes del cristianismo (aunque ciertamente no la mayoría) han comenzado a pensar desde otra perspectiva las relaciones entre judaísmo y cristianismo.

Cuarto, el Amado golpea los corazones de la juventud asimilada y dubitativa. El período de hester panim (ocultamiento del rostro Divino) en la década de 1940 trajo confusión a las masas judías, especialmente a la juventud. Aumentó la asimilación y la urgencia por escaparse del judaísmo y el pueblo judío llegó a su cúspide: el miedo, la desesperación y la ignorancia provocaron que muchos abandonen la comunidad judía y “suban a bordo del barco”, para escapar a Tarshish de la presencia de D-s, así como Jonás escapó de la presencia de D-s (Jonás 1:3). Una marea aparentemente imparable amenazó con destruirnos. De repente, el Amado empezó a tocar los corazones de los dubitativos, y su golpeteo, la creación del Estado de Israel, al menos desaceleró el proceso de huida. Muchos que habían estado alienados ahora se identifican con el Estado de Israel y sus logros con orgullo. Muchos judíos estadounidenses que estaban parcialmente asimilados se encuentran asaltados por un miedo oculto y preocupación por cualquier crisis que pasa el Estado de Israel, y rezan por su bienestar y buen pasar, incluso aunque estén lejos de estar comprometidos a fondo con éste. Incluso los judíos que son críticos del Estado de Israel deben defenderse de los cargos extraños de doble lealtad y proclamar de manera cotidiana que no tienen relación con la Tierra Santa. Es bueno para el judío cuando no puede ignorar su judaísmo y esté obligado a responder perpetuamente las preguntas “¿Quién eres?” y “¿Cuál es tu ocupación?” (Jonás 1:8), incluso cuando lo presiona un miedo extraordinario y no tiene la fuerza ni la fortaleza de contestar con orgullo verdadero: “Soy judío, y temo al Señor, el D-s del Cielo” (Jonás 1:9). La pregunta implacable “¿Quién eres?” lo une al pueblo judío”.

Una vez leí una definición: ¿cómo saber si usted es sionista? Fácil: si lo primero que lee en el periódico son las noticias sobre Israel, usted es sionista. Creo que esto va en línea con lo que escribo Rab Soloveitchik: el judío asimilado siente un despertar cuando algo ocurre en Israel y palpa el peligro, el miedo y el vértigo de lo que puede llegar a pasarle a sus hermanos. Incluso los judíos más asimilados que niegan toda relación con la Tierra de Israel y el Estado de Israel deben hacer frente a cuestionamientos, dudas y críticas: esto los obliga a enfrentarse con su identidad como judíos y a replantearse su posición. Quiero volver a remarcar cómo el texto está salpicado de referencias religiosas: esta vez la analogía que traza Rab Soloveitchik es entre el profeta Jonás y el judío que quiere escapar y rehusar sus responsabilidades.

El quinto llamado del Amado quizás es el más importante. Por primera vez en los anales de nuestro exilio, la Divina Providencia sorprendió a nuestros enemigos con un descubrimiento inesperado: ¡la sangre judía no es gratuita! Si los antisemitas describen este fenómeno como “ojo por ojo”, estaremos de acuerdo. Si queremos defender valientemente nuestra existencia histórica y nuestra continuidad nacional a veces tenemos que interpretar literalmente el versículo “ojo por ojo”. Demasiados “ojos” se perdieron en el trascurso de nuestro amargo exilio porque no pagamos “ojo por ojo”. Por supuesto, es claro que todos reconocen que yo adhiero a la Ley Oral y que no tengo ninguna duda de que el versículo se refiere a una multa monetaria, como se define en la Halajá. Sin embargo, con respecto al Mufti o a Nasser yo exigiría que interpretemos el versículo de manera literal: tomar un ojo real.

Rab Soloveitchik dice algo muy fuerte y que admito que me sorprendió la primera vez que lo leí (hace ya varios años): se muestra a favor del uso de la fuerza y de la violencia a la hora de lidiar con los enemigos del pueblo judío. Critica muy duramente a los judíos que argumentan que el judaísmo es pacifista y que está en contra de la fuerza: la Torá permite (y comanda) defenderse de nuestros enemigos. Meir Kahane citaba estas opiniones de Rab Soloveitchik para justificar su ideario: argumentaba que compartía sus ideas con respecto al uso de la fuerza y la violencia. Más adelante veremos en profundidad la relación entre política y ética en el pensamiento de Rab Soloveitchik pero les adelanto algo: Kahane estaba equivocado. Sí, es verdad que Rab Soloveitchik defiende en los términos más enfáticos posibles que los judíos tienen derecho a defenderse, pero eso es una obviedad: ¡nadie discute el uso de la fuerza en defensa propia! ¿Quién puede ser tan ingenuo como para pensar que el conflicto de Israel con los palestinos o con buena parte del mundo árabe se resuelve con un apretón de manos y una palmadita en la espalda? Pero también es obvio que no es lo mismo defenderse de un enemigo (esta es la postura de Rab Soloveitchik) que atacar despiadadamente en una guerra de conquista (esta es la postura de Meir Kahane). El remedio contra un nazi o un antisemita no es dialogar: es dejarlo en ridículo. Si una persona se acerca con un arma, no lo abraces: devolvé el golpe. Por supuesto, tampoco hay que ir a buscar enemigos ni salir a la calle con un cuchillo en la mano a la espera de que aparezca un matón.

El sexto llamado, que no deberíamos perder de vista, se escuchó cuando se abrieron las puertas de la Tierra de Israel. Un judío que se escapa de territorio enemigo ahora sabe que puede encontrar refugio en la tierra de sus antepasados. Este es un fenómeno nuevo en los anales de nuestra historia. Hasta ahora, cuando una población judía era echada de un territorio, empezaba a vagar como nómade entre las naciones sin encontrar hogar ni descanso. El cierre de las puertas en la cara de los exiliados provocó la destrucción total para buena parte del pueblo judío. Ahora la situación cambió. Cuando una nación expulsa a su minoría judía, los exiliados ahora se dirigen hacia Sión y ella, como una madre apasionada, los recibe. Todos somos testigos de la llegada de los judíos sefaradim a Israel en los últimos años.

Acá hay un guiño claro al sionismo político: el Estado de Israel debe ser un refugio contra el antisemitismo. También un claro sentido religioso: la idea de Kibutz Galuiot (Reunión de las Diásporas) está presente. Rab Soloveitchik se lamenta diciendo que, de haber existido el Estado de Israel en la época de la Shoá, muchos judíos hubieran podido ser salvados de las garras de los nazis.

Basta por hoy. En próximos entregas, más sobre Rab Soloveitchik y el sionismo.

Deja un comentario