El Biur
Mendelssohn hizo y escribió mucho. Desde el punto de vista filosófico, su obra más relevante es Jerusalén, o sobre el poder religioso y el judaísmo. La obra judía más importante de Mendelssohn fue el Biur, su traducción de la Torá al alemán, a la que adicionó un comentario original escrito en hebreo. La influencia del Biur fue enorme: se transformó en un puente entre la cultura judía y la alemana, inauguró un nuevo estilo de comentarios, revitalizó la exégesis bíblica y acercó a una nueva generación los comentarios clásicos de la Torá.
Acá quiero detenerme y explicar más en detalle la cuestión porque así, en el aire, resulta difícil dimensionar la importancia del Biur. Además, como en casi todos los aspectos de la vida y obra de Mendelssohn, hay visiones encontradas sobre los objetivos del Biur y su influencia en el judaísmo.
Decía que el Biur puede ser considerado como un puente entre la cultura judía y la alemana. Desde este punto de vista, algunos argumentan que el objetivo de Mendelssohn era acercar el judaísmo a aquellos judíos que se habían alienado del mismo y que habían tomado como propia la cultura alemana, por desconocimiento de la herencia religiosa y cultural judía; otros argumentan que, por el contrario, el Biur apuntaba a los judíos que conocían su legado e intentaba acercarlos a la cultura alemana, enseñándoles el idioma alemán mediante el libro más importante para ellos, la Torá. ¿Cuál de estas dos posturas es la correcta? Para responder a esta pregunta, podemos empezar diciendo que, originalmente, la traducción estaba escrita en un alemán arcaizante, culto y formal, en letras hebreas. Evidentemente, el público al que apuntaba Mendelssohn eran judíos que quizás hablaban un alemán más o menos básico, pero que leían con mucha mayor fluidez hebreo o yiddish. Parece que su objetivo era educar a estas personas para que hablen y lean un alemán más refinado desde el punto de vista estético. Mendelssohn, en una carta privada, escribe lo siguiente:
Pretendo que (la traducción) sea un primer paso hacia la cultura, de la cual mi pueblo, lamentablemente, está tan alejado que lamento que quizás un cambio ya es imposible.
El comentario de Mendelssohn, por su parte, está escrito en un hebreo muy estilizado, con giros lingüísticos algo extraños, propios de los hebraístas de los primeros tiempos, que buscaban una forma “pura” de hebreo, libre de influencias del arameo. Además, el comentario era estrictamente tradicional, estaba muy anclado a las fuentes judías tradicionales y no era para nada revolucionario: de hecho, hoy sería considerado ortodoxo.
Entonces, en un primer momento, el público objetivo era muy claro: judíos tradicionales, pero más o menos modernos, a los que Mendelssohn intentaba “iluminar” culturalmente, ayudándolos a mejorar su alemán para poder relacionarse con la sociedad circundante.
Sin embargo, al poco tiempo la traducción alemana dejó de editarse en letras hebreas y se la publicó en letras latinas, sin el comentario. Pareciera que estas ediciones tenían un target distinto: ya no apuntaban al judío tradicional que daba sus primeros pasos en la cultura alemana sino al judío asimilado que quería conectarse con su herencia judía. Si originalmente el Biur apuntaba a los judíos tradicionales para “iluminarlos”, las siguientes ediciones apuntaban a los judíos asimilados que solo leían alemán para acercarlos al judaísmo y al idioma hebreo.
Sentido común y metafísica
Vamos a entrar en filosofía. Avisados están aquellos a los que no les gusta mucho filosofar y piensan que es una pérdida de tiempo. Específicamente, nos preguntaremos cómo conocemos y cómo llegar a la verdad.
Moses Mendelssohn argumenta que la fuente de todo conocimiento verdadero es el sentido común, o la razón. Primer punto fundamental: si para nosotros, que vivimos en un mundo post-kantiano, razón y sentido común están reñidos, para Mendelssohn, al menos en una primera lectura, sentido común y razón son lo mismo. Claro que habría que preguntarnos de qué “sentido común” está hablando: ¿podemos decir que el “sentido común” de un chino del siglo XXI es igual al de un alemán del siglo XVIII? ¿El “sentido común” es algo innato y natural en el ser humano o fruto de la educación y, por lo tanto, producto de la cultura? Pareciera que Mendelssohn llega a una suerte de solución de compromiso: el “sentido común” es algo innato pero hay que canalizarlo, educarlo y refinarlo. Desde este punto de vista, Mendelssohn es un optimista (también podríamos decir: un ingenuo) que piensa que la razón, el sentido común y la realidad empírica están en armonía entre sí y que nos llevan a tener una vida moral y estéticamente bella.
Ya llegados a este punto, quiero recalcar que para Mendelssohn lo bello lleva a lo bueno, y lo bueno a lo bello. Hay una relación íntima entre belleza y moralidad, o entre estética y ética. Según Mendelssohn, el orden, la mesura y la armonía (todas cualidades que él asocia con la belleza) nos hacen ver lo positivo de este mundo y nos llevan a tener una actitud acorde, buena desde el punto de vista moral. Es por eso que la educación estética es el primer paso para educar a un individuo: para Mendelssohn, a diferencia de lo que se piensa actualmente, la belleza no es un atributo reservado sólo para el arte de los museos sino una forma de comportarse y de mantener una armonía con el mundo, los otros y uno mismo. En otras palabras, la estética tiene un valor práctico: hacernos mejores personas.
La parte de la filosofía de Mendelssohn que más hace ruido a un post-kantiano (como todos nosotros lo somos) es la importancia que da a la metafísica. De Kant en adelante, la metafísica es considerada una empresa inútil, a lo sumo un juego del lenguaje o una serie de metáforas. Sin embargo, Mendelssohn, como pre-kantiano, habla un montón de metafísica y por eso gran parte de sus obras filosóficas nos parecen muy lejanas. Gideon Freudenthal argumenta en un libro reciente que Mendelssohn no era tan ingenuo como se lo presenta comúnmente sino que era muy consciente de los límites de la metafísica. La utiliza, siempre según Freudenthal, solamente para defender al sentido común frente al escepticismo, pero tiene claro que nuestro conocimiento metafísico no es absoluto: para Mendelssohn, todo pensamiento humano está ligado al lenguaje; sin embargo, el lenguaje funciona sólo para designar los objetos del mundo sensible; por lo tanto, cuando lo usamos para hablar de metafísica, que es justamente aquello que trasciende la experiencia sensible, sólo podemos hablar mediante metáforas. Para no perderse en una jungla de metáforas, siempre tenemos que guiarnos por el sentido común.
¿Cuál es el problema con esta visión? El principal problema es que nunca define del todo qué es exactamente el “sentido común”. Más allá de eso, si Freudenthal está en lo cierto, entonces Mendelssohn se adelantó en varias cosas a Kant. A mí me parece que la argumentación de Freudenthal es un intento más que interesante de rehabilitar a Mendelssohn como figura filosófica. Sin embargo, me da la sensación que se trata más de una lectura filtrada por la filosofía post-kantiana que un intento de comprender a Mendelssohn en sus propios términos.
Fe y razón
Hablemos de la relación entre fe y razón.
Para Mendelssohn, tanto la fe como la razón son verdaderas. Está tan convencido de la verdad tanto del judío como del Iluminismo que simplemente no puede concebir una contradicción entre ellos. Sin embargo, cualquiera que sepa algo de filosofía moderna y algo de judaísmo no tardará en ver las tensiones entre los dos: ¿cómo las resuelve Mendelssohn? ¿Busca una síntesis o un divorcio completo entre las “verdaderas religiosas” y las “verdaderas racionales”?
Si recuerdan lo que dijimos anteriormente sobre sentido común y metafísica, podrán notar que estamos en un problema: explicamos que los seres humanos no podemos tener conocimientos metafísicos, sino que sólo podemos hablar de metafísica metafóricamente. Si es así, ¿cómo explicamos la religión, que se basa en cuestiones metafísicas como la existencia de D-s o la inmortalidad del alma?
El argumento de Mendelssohn es muy interesante. Antes de avanzar, recordemos la importancia que da al sentido común. Las creencias religiosas, argumenta Mendelssohn, son accesibles para el sentido común y la razón. Sin embargo, el problema no es ése sino articular estas creencias para uno mismo y comunicarlas a otros. Para eso, recuerden, necesitamos metáforas. ¿Qué es una metáfora? Un símbolo. Por lo tanto, necesitamos símbolos que nos recuerden las verdades religiosas. ¿Cuáles son esos símbolos? Las prácticas rituales. Fíjense que el argumento de Mendelssohn es una defensa del judaísmo tradicional: si las prácticas rituales tienen como objetivo que el judío logre acceder a las verdades religiosas, entonces no son una reliquia histórica (como argumentarían los primeros reformistas) sino una barrera protectora frente a la idolatría y un recordatorio de las verdades eternas de la razón. En este sentido, la idolatría es un error práctico: rendir culto al símbolo en vez de a lo Divino que se esconde en él. En vez de utilizar las prácticas rituales como un medio, se las trata como un fin, dotando de santidad a objetos físicos y concretos.
Hasta acá por hoy. En la próxima entrega, veremos en detalle la controversia entre Mendelssohn y Jacobi en torno a la figura de Spinoza, la idea del judaísmo como ley religiosa y la articulación entre contrato social y judaísmo. En ese mismo artículo, o quizás en el siguiente dependiendo de su extensión, entraremos de lleno en las relaciones entre Mendelssohn y el sionismo.