Moses Mendelssohn (parte 3)

El Biur

Mendelssohn hizo y escribió mucho. Desde el punto de vista filosófico, su obra más relevante es Jerusalén, o sobre el poder religioso y el judaísmo. La obra judía más importante de Mendelssohn fue el Biur, su traducción de la Torá al alemán, a la que adicionó un comentario original escrito en hebreo. La influencia del Biur fue enorme: se transformó en un puente entre la cultura judía y la alemana, inauguró un nuevo estilo de comentarios, revitalizó la exégesis bíblica y acercó a una nueva generación los comentarios clásicos de la Torá.

Acá quiero detenerme y explicar más en detalle la cuestión porque así, en el aire, resulta difícil dimensionar la importancia del Biur. Además, como en casi todos los aspectos de la vida y obra de Mendelssohn, hay visiones encontradas sobre los objetivos del Biur y su influencia en el judaísmo.

Decía que el Biur puede ser considerado como un puente entre la cultura judía y la alemana. Desde este punto de vista, algunos argumentan que el objetivo de Mendelssohn era acercar el judaísmo a aquellos judíos que se habían alienado del mismo y que habían tomado como propia la cultura alemana, por desconocimiento de la herencia religiosa y cultural judía; otros argumentan que, por el contrario, el Biur apuntaba a los judíos que conocían su legado e intentaba acercarlos a la cultura alemana, enseñándoles el idioma alemán mediante el libro más importante para ellos, la Torá. ¿Cuál de estas dos posturas es la correcta? Para responder a esta pregunta, podemos empezar diciendo que, originalmente, la traducción estaba escrita en un alemán arcaizante, culto y formal, en letras hebreas. Evidentemente, el público al que apuntaba Mendelssohn eran judíos que quizás hablaban un alemán más o menos básico, pero que leían con mucha mayor fluidez hebreo o yiddish. Parece que su objetivo era educar a estas personas para que hablen y lean un alemán más refinado desde el punto de vista estético. Mendelssohn, en una carta privada, escribe lo siguiente:

Pretendo que (la traducción) sea un primer paso hacia la cultura, de la cual mi pueblo, lamentablemente, está tan alejado que lamento que quizás un cambio ya es imposible.

El comentario de Mendelssohn, por su parte, está escrito en un hebreo muy estilizado, con giros lingüísticos algo extraños, propios de los hebraístas de los primeros tiempos, que buscaban una forma “pura” de hebreo, libre de influencias del arameo. Además, el comentario era estrictamente tradicional, estaba muy anclado a las fuentes judías tradicionales y no era para nada revolucionario: de hecho, hoy sería considerado ortodoxo.

Entonces, en un primer momento, el público objetivo era muy claro: judíos tradicionales, pero más o menos modernos, a los que Mendelssohn intentaba “iluminar” culturalmente, ayudándolos a mejorar su alemán para poder relacionarse con la sociedad circundante.

Sin embargo, al poco tiempo la traducción alemana dejó de editarse en letras hebreas y se la publicó en letras latinas, sin el comentario. Pareciera que estas ediciones tenían un target distinto: ya no apuntaban al judío tradicional que daba sus primeros pasos en la cultura alemana sino al judío asimilado que quería conectarse con su herencia judía. Si originalmente el Biur apuntaba a los judíos tradicionales para “iluminarlos”, las siguientes ediciones apuntaban a los judíos asimilados que solo leían alemán para acercarlos al judaísmo y al idioma hebreo.

Sentido común y metafísica

Vamos a entrar en filosofía. Avisados están aquellos a los que no les gusta mucho filosofar y piensan que es una pérdida de tiempo. Específicamente, nos preguntaremos cómo conocemos y cómo llegar a la verdad.

Moses Mendelssohn argumenta que la fuente de todo conocimiento verdadero es el sentido común, o la razón. Primer punto fundamental: si para nosotros, que vivimos en un mundo post-kantiano, razón y sentido común están reñidos, para Mendelssohn, al menos en una primera lectura, sentido común y razón son lo mismo. Claro que habría que preguntarnos de qué “sentido común” está hablando: ¿podemos decir que el “sentido común” de un chino del siglo XXI es igual al de un alemán del siglo XVIII? ¿El “sentido común” es algo innato y natural en el ser humano o fruto de la educación y, por lo tanto, producto de la cultura? Pareciera que Mendelssohn llega a una suerte de solución de compromiso: el “sentido común” es algo innato pero hay que canalizarlo, educarlo y refinarlo. Desde este punto de vista, Mendelssohn es un optimista (también podríamos decir: un ingenuo) que piensa que la razón, el sentido común y la realidad empírica están en armonía entre sí y que nos llevan a tener una vida moral y estéticamente bella.

Ya llegados a este punto, quiero recalcar que para Mendelssohn lo bello lleva a lo bueno, y lo bueno a lo bello. Hay una relación íntima entre belleza y moralidad, o entre estética y ética. Según Mendelssohn, el orden, la mesura y la armonía (todas cualidades que él asocia con la belleza) nos hacen ver lo positivo de este mundo y nos llevan a tener una actitud acorde, buena desde el punto de vista moral. Es por eso que la educación estética es el primer paso para educar a un individuo: para Mendelssohn, a diferencia de lo que se piensa actualmente, la belleza no es un atributo reservado sólo para el arte de los museos sino una forma de comportarse y de mantener una armonía con el mundo, los otros y uno mismo. En otras palabras, la estética tiene un valor práctico: hacernos mejores personas.

La parte de la filosofía de Mendelssohn que más hace ruido a un post-kantiano (como todos nosotros lo somos) es la importancia que da a la metafísica. De Kant en adelante, la metafísica es considerada una empresa inútil, a lo sumo un juego del lenguaje o una serie de metáforas. Sin embargo, Mendelssohn, como pre-kantiano, habla un montón de metafísica y por eso gran parte de sus obras filosóficas nos parecen muy lejanas. Gideon Freudenthal argumenta en un libro reciente que Mendelssohn no era tan ingenuo como se lo presenta comúnmente sino que era muy consciente de los límites de la metafísica. La utiliza, siempre según Freudenthal, solamente para defender al sentido común frente al escepticismo, pero tiene claro que nuestro conocimiento metafísico no es absoluto: para Mendelssohn, todo pensamiento humano está ligado al lenguaje; sin embargo, el lenguaje funciona sólo para designar los objetos del mundo sensible; por lo tanto, cuando lo usamos para hablar de metafísica, que es justamente aquello que trasciende la experiencia sensible, sólo podemos hablar mediante metáforas. Para no perderse en una jungla de metáforas, siempre tenemos que guiarnos por el sentido común.

¿Cuál es el problema con esta visión? El principal problema es que nunca define del todo qué es exactamente el “sentido común”. Más allá de eso, si Freudenthal está en lo cierto, entonces Mendelssohn se adelantó en varias cosas a Kant. A mí me parece que la argumentación de Freudenthal es un intento más que interesante de rehabilitar a Mendelssohn como figura filosófica. Sin embargo, me da la sensación que se trata más de una lectura filtrada por la filosofía post-kantiana que un intento de comprender a Mendelssohn en sus propios términos.

Fe y razón

Hablemos de la relación entre fe y razón.

Para Mendelssohn, tanto la fe como la razón son verdaderas. Está tan convencido de la verdad tanto del judío como del Iluminismo que simplemente no puede concebir una contradicción entre ellos. Sin embargo, cualquiera que sepa algo de filosofía moderna y algo de judaísmo no tardará en ver las tensiones entre los dos: ¿cómo las resuelve Mendelssohn? ¿Busca una síntesis o un divorcio completo entre las “verdaderas religiosas” y las “verdaderas racionales”?

Si recuerdan lo que dijimos anteriormente sobre sentido común y metafísica, podrán notar que estamos en un problema: explicamos que los seres humanos no podemos tener conocimientos metafísicos, sino que sólo podemos hablar de metafísica metafóricamente. Si es así, ¿cómo explicamos la religión, que se basa en cuestiones metafísicas como la existencia de D-s o la inmortalidad del alma?

El argumento de Mendelssohn es muy interesante. Antes de avanzar, recordemos la importancia que da al sentido común. Las creencias religiosas, argumenta Mendelssohn, son accesibles para el sentido común y la razón. Sin embargo, el problema no es ése sino articular estas creencias para uno mismo y comunicarlas a otros. Para eso, recuerden, necesitamos metáforas. ¿Qué es una metáfora? Un símbolo. Por lo tanto, necesitamos símbolos que nos recuerden las verdades religiosas. ¿Cuáles son esos símbolos? Las prácticas rituales. Fíjense que el argumento de Mendelssohn es una defensa del judaísmo tradicional: si las prácticas rituales tienen como objetivo que el judío logre acceder a las verdades religiosas, entonces no son una reliquia histórica (como argumentarían los primeros reformistas) sino una barrera protectora frente a la idolatría y un recordatorio de las verdades eternas de la razón. En este sentido, la idolatría es un error práctico: rendir culto al símbolo en vez de a lo Divino que se esconde en él. En vez de utilizar las prácticas rituales como un medio, se las trata como un fin, dotando de santidad a objetos físicos y concretos.

Hasta acá por hoy. En la próxima entrega, veremos en detalle la controversia entre Mendelssohn y Jacobi en torno a la figura de Spinoza, la idea del judaísmo como ley religiosa y la articulación entre contrato social y judaísmo. En ese mismo artículo, o quizás en el siguiente dependiendo de su extensión, entraremos de lleno en las relaciones entre Mendelssohn y el sionismo.

Moses Mendelssohn (Parte 2)

La filosofía alemana en el siglo XVIII

Para entender a Mendelssohn, hay que conocer el contexto filosófico en el que escribe. En las próximas líneas quiero hablar un poco de ese contexto para así saber dónde estaba parado Mendelssohn. Eso nos va ayudar a comprender por qué dice lo que dice, cuánto de eso es relevante para nosotros y qué parte habría que descartar y/o traducir a un lenguaje contemporáneo.

Cuando Mendelssohn empezó su carrera como filósofo, las dos figuras más importantes de la filosofía alemana eran Gottfried Wilhelm Leibniz y Christian Wolff. Su obra es larguísima y compleja. No quiero meterme en los detalles: sería irme por las ramas. Lo importante para nosotros es que estos dos filósofos eran racionalistas que pensaban que, mediante el pensamiento puro abstracto, podían conocerse todas las cosas del mundo. El suyo era un pensamiento basado en la matemático, puro y abstracto (al menos en teoría), que intentaba demostrar que el mundo era bueno y completamente aprehensible para el intelecto humano. Tenían una fe casi ilimitada en el progreso, la razón y las capacidades humanas. Eran hombres muy cultos, polímatas, que tenían conocimientos profundos de todas las áreas del saber humano. Estos hombres llevaron hasta el límite el sueño racionalista de Descartes y Spinoza: el suyo era un mundo ordenado, inteligible por medio de un pensamiento metódico y sistemático, basado en la lógica pura.

Cuando Mendelssohn habla de filosofía, está pensando en este tipo de filosofía. Sin embargo, hay un contemporáneo de Mendelssohn que rompería con esta forma de filosofar: Immanuel Kant. Este último escribiría obras en donde criticaría esta forma de filosofía por parecerle ingenua y poco sofisticada: así, inauguraría la “filosofía crítica”, o idealismo trascendental. Kant empieza a “criticar” a la filosofía alemana de su época a partir de mediados de la década de 1790. A partir de Kant, la filosofía entra en una nueva etapa: redefine para siempre la función, límites y objetivos de la filosofía. En criollo: deja en offside a todos los que vinieron antes de él.

Acá es donde está el primer escollo a superar a la hora de hablar de Moses Mendelssohn: si es un filósofo pre-kantiano, entonces hay que entenderlo con categorías pre-kantianas. Pero eso significa, de manera casi automática, llegar a la conclusión de que está perimido y de que es una reliquia del pasado: si su forma de hacer filosofía no tiene en cuenta a Kant, entonces no está teniendo en cuenta problemáticas modernas y, por lo tanto, es anacrónica. En el peor de los casos, es irrelevante para nosotros; en el mejor, hay que traducirla a un lenguaje filosófico post-kantiano. Por otro lado, algunos investigadores argumentan que Mendelssohn detectó ciertas fallas del pensamiento filosófico de su época y que incluso adelantó algunos elementos del pensamiento kantiano. Si es así, entonces superaríamos una dificultad: Mendelssohn no es plenamente pre-kantiano y, por lo tanto, no es tan ingenuo como parece a simple vista.

En este mismo sentido, aunque generalmente se considera a Mendelssohn como un autor relativamente menor en el contexto de la filosofía alemana, más importante como precursor de la Haskalá (Iluminismo judío) que como pensador original, algunos autores han intentado rescatar filosóficamente a Mendelssohn, argumentando que se lo ha menospreciado y ninguneado, disminuyendo de esta manera su genio filósofico y oscureciendo su verdadera talla como pensador.

Sea como sea, lo cierto es que Mendelssohn sufrió una tragedia a nivel filosófico: admirado por sus contemporáneos, sus sucesores más inmediatos lo consideraron parte de una tradición filosófica de museo, ya muerta. Los kantianos y los hegelianos, los románticos y los idealistas, todos por igual, pensaron que su filosofía ya no era útil para los nuevos tiempos. Podían sentirse inspirados por su estatura como figura pública y admirarlo como precursor pero rechazaban la base misma de sus especulaciones filosóficas: para ellos (tengan o no razón desde un punto de vista objetivo), la filosofía de Mendelssohn había muerto.

Haskalá

Ya lo sabemos: el Iluminismo tuvo sus fallas. La integración de los judíos en la sociedad europea fue, en el mejor de los casos, accidentada. El resultado más espeluznante lo conocemos: la Shoá. Pero retrocedamos doscientos cincuenta años: vayamos a mediados del siglo XVIII. En esa época, los judíos estaban excluidos: no tenían derechos políticos ni civiles, no eran considerados como ciudadanos alemanes ni podían vivir donde querían (estaban obligados a vivir en ghettos). Los judíos manejaban sus asuntos de manera interna. Y esto no era considerado un problema: los judíos hacían la suya, los cristianos dominaban dejándoles cierto margen de libertad en asuntos internos y eso es todo.

Con Moses Mendelssohn la cosa empezó a cambiar: fue el primer judío que logró ser reconocido casi como un igual por sus contemporáneos no judíos en Europa. La mayoría de sus colegas Iluministas lo consideraban uno de ellos, y no un extranjero de religión extraña. Ojo, tuvo que sortear obstáculos y muchos polemizaron contra él: el caso más famoso fue el de Johann Kaspar Lavater, que intentó argumentar que Mendelssohn debía convertirse al cristianismo. Lavater pensaba que, si Mendelssohn era racional, vería la verdad del cristianismo sin lugar a dudas: la propia fuerza de la razón lo haría rechazar al judaísmo y abrazar al cristianismo como la única religión verdadera. Dicho de otra manera, Lavater argumentaba que estaba probado racionalmente que el cristianismo era verdad. Así, demandaba a Mendelssohn una refutación de estos argumentos que “probaban” la veracidad del cristianismo, o bien que se convierta. En el fondo, más allá de los argumentos filosóficos, hay aquí una cuestión política: para Lavater, un alemán debía ser cristiano. El judaísmo es un error filosófico y también un cuerpo extraño en la nación. ¿Les suena de algún lado? Fíjense cómo ya en los principios de la emancipación de los judíos europeos aparecían argumentos contra la misma.

Mendelssohn sabía que jugaba con fuego: no quería sulfurar a las autoridades ni ganarse enemigos gratuitamente. Fue lo más diplomático posible: rechazó el reto de Lavater y decidió no crear más polémica. Sin embargo, a partir de ese momento empezaría a trabajar más activamente en lograr la emancipación de los judíos de Alemania y escribiría su libro más famoso, Jerusalén, o sobre el poder político y el judaísmo, en donde argumentaría en favor de la tolerancia religiosa y la libertad de expresión y de culto. Ya hablaremos más adelante en profundidad sobre el tema.

Mendelssohn, al promover de manera activa la emancipación judía, fue el fundador de la Haskalá (Iluminismo judío): esto significaba no solo emancipar políticamente al judío, obteniendo derechos políticos y civiles sino también educar al judío para que sea un buen ciudadano, moderno, respetuoso de las leyes estatales, conocedor de la ciencia y la literatura moderna, con gusto estético y amor a la patria. Para eso, Mendelssohn emprendió proyectos como traducir la Torá al alemán, escribir un comentario a la misma y escribir folletos educativos.

En cuanto a la Haskalá, es importante tener en cuenta que ésta no fue uniforme. En primer lugar, me parece fundamental distinguir entre Oriente y Occidente: la Haskalá fue un fenómeno europeo, que coincidió con el ascenso de Europa como civilización líder a nivel mundial y que surgió como reacción a las nuevas circunstancias históricas de la Modernidad Occidental. En Oriente, donde los cambios fueron menos abruptos y bruscos, no hubo Haskalá sino más bien una transición gradual: a los judíos europeos, la ciencia y la técnica modernas y todo lo que de ellas se derivan (orden social, economía, ideologías, etc) les explotó en la cara, y Moses Mendelssohn fue quizás la primera y más destacada de sus víctimas. En segundo lugar, hay que distinguir entre Europa Occidental y Europa del Este: claramente la transición fue mucho más ordenada en Inglaterra, donde la Revolución Inglesa, el parlamentarismo y la Constitución tempranas permitieron a los judíos obtener una posición relativamente acomodada y una integración prácticamente sin traumas, que en Europa del Este. Francia, con la Revolución Francesa, y más allá de varias vueltas, fue un país en donde los judíos pudieron emanciparse más o menos temprano. En tercer lugar, dentro de Europa del Este mismo hay que distinguir entre la situación de Rusia y Alemania, por ejemplo: pensemos que Alemania se unificó recién con Bismarck como líder (estamos hablando de fines del siglo XIX), con un régimen autoritario, corporativo, imperialista, modernista y conservador, mientras que Rusia tuvo como líder al Zar, en un régimen terriblemente cerrado, autoritario y reaccionario, hasta la Revolución bolchevique de 1917. En Alemania los judíos lograron ascender socialmente, llegando a ser burgueses o pequeño-burgueses, de habla alemana, cultos, universitarios, comerciantes y con acceso a los salones de la alta sociedad; por el contrario, en Rusia los judíos eran campesinos pobres, de clase baja, incultos y bastante ignorantes. Estas diferencias provocaron una diferencia en términos de cómo se expresó la Haskalá: para un judío alemán, ser un “Iluminista” significaba ser un judío que se preciaba de ser un buen ciudadano alemán, culto y preparado intelectualmente; para un judío ruso, ser un “Iluminista” significaba ser un judío nacionalista, un sionista que quería crear un país para los judíos, o un revolucionario socialista/comunista que quería lograr un régimen socio-económico más justo para la humanidad. Todo esto, obviamente, a grandes rasgos. Lo importante, más allá de los detalles (discutibles como son), es que la Haskalá se expresó de manera multilateral, dependiendo del contexto en el que se movían los judíos.

Reforma y ortodoxia

Seguramente Moses Mendelssohn es una de las personas más malinterpretadas en la historia del pueblo judío. Me sigue sorprendiendo que haya tanta gente que piense que fue el primer reformista o que estaba en contra de la Torá o que se asimiló y negó su judaísmo. Nada más alejado de la realidad: Mendelssohn fue un judío orgulloso de su judaísmo, creyente en la Torá y practicante de Mitzvot. Simultáneamente era una persona culta, que formaba parte de la vanguardia intelectual de la época, con un pensamiento sofisticado e inmerso en los grandes debates filosóficos y políticos de su generación.

Sí es verdad que muchos de los primeros reformistas se inspiraron en Moses Mendelssohn. Sí es verdad también que intentaron apropiarse de su figura y presentarlo como una especie de precursor del reformismo. Sí es verdad que Mendelssohn recibió críticas de algunos rabinos. Es absolutamente mentira que haya sido reformista. También es mentira que haya recibido críticas por parte de TODOS los rabinos. Al contrario, algunos lo alabaron y mostraron admiración por su figura.

Lo cierto es que Moses Mendelssohn nació antes de creación del reformismo. En su época, ya había judíos aislados que no cumplían la Torá desde el punto de vista tradicional pero no había una ideología oficial que justifique su accionar (ese vacío lo llenaría el reformismo varios años después). Mendelssohn no pertenecía a este grupo: siempre creyó en la importancia de la Torá y en su Divinidad y fue un judío practicante toda la vida. Decir que era un reformista es simplemente mostrar ignorancia: no hay nada en la vida ni en la obra de Mendelssohn que avale esta teoría.

Sin embargo, sí es verdad –como ya dije antes- que muchos de los primeros reformistas tomaron a Mendelssohn como un modelo a seguir: admiraban su posición como intelectual público destacado y lo señalaban como un ejemplo de judío integrado a la cultura alemana.

Rab Shimson Rafael Hirsch, el fundador de la ortodoxia alemana (a veces llamada neo-ortodoxia) y pilar de la ideología de Torá Im Derej Eretz, dedica varias líneas en su primer libro, Diecinueve cartas, a analizar a Mendelssohn. En ellas, lo ensalza y critica por igual. Un ejemplo:

En su vida personal fue un judío practicante y así demostró que se podía ser rigurosamente religiosa y aun así ser considerado como un Platón alemán. Pero precisamente este “y aun así” es decisivo. Sus sucesores discutieron sobre los asuntos filológicos y estéticos del Tanaj pero descuidaron al judaísmo mismo.

Como pueden ver, en ningún momento lo acusa de ser un hereje ni de desviarse del camino de la Torá. La crítica, por el contrario, es sobre el enfoque educativo y sobre la manera de conciliar Torá y cultura general. Es interesante porque Rab Hirsch critica a Mendelssohn por propiciar una división entre la Torá y la cultura general (la ciencia, la filosofía y el arte, podríamos decir) … ¡pero muchos acusan a Rab Hirsch de hacer exactamente lo mismo! En esencia, la crítica de Hirsch a Mendelssohn pasa porque este último no construyó una filosofía del judaísmo sobre la base de la Torá sino que construyó una filosofía independiente, y luego intentó aplicarla a la Torá. Rab Hirsch dirige prácticamente la misma crítica a Rambam (Maimónides): no hay aquí acusaciones de herejía. El caso que plantea Rab Hirsch es, al menos, coherente: tanto Rambam como Mendelssohn basaron su obra filosófica en la filosofía de su época (el aristotelismo medieval y el racionalismo moderno, según el caso); al quedar estas modas filosóficas desactualizadas, lo mismo ocurrió con su obra filosófica.

Yo pienso que, en espíritu, un ortodoxo moderno entiende mejor a Moses Mendelssohn que un reformista, un jaredí o un secular porque vive conflictos similares a los que vivió él: esa misma tensión entre los ideales civilizatorios de la sociedad occidental y los de la Torá es lo que define los esfuerzos de la ortodoxia moderna. No sé si la cuestión tiene solución y pienso que una síntesis, fusión o integración definitiva es imposible: la tensión latente existe, y no deberíamos negarla sino explorar su profundidad y mantenerla tal cual es. Por supuesto, esta es una posición personal, que no tienen por qué compartir conmigo.

Para muchos es claro que Moses Mendelssohn falló en algo: ya sus hijos y nietos se habían asimilado y no tenían contacto alguno con el judaísmo ni la comunidad judía. La pregunta sería: ¿en qué falló? ¿Cuál fue su error y qué podemos aprender de él?

Rab Isidor Grunfeld, dayan (juez rabínico) y doctor en derecho, en su excelente prológo a Joreb, de Rab Shimshon Rafael Hirsch, escribe que el error fundamental de Mendelssohn estuvo en asignar más importancia a la metafísica que a la práctica. Dicho en otros términos, Mendelssohn, según Grunfeld, cometió el error de dar prioridad a las ideas por sobre la acción. Ejemplifica esto con dos actitudes contrapuestas: por su lado, Mendelssohn escribe en primer término sus obras filosóficas y, posteriormente, sobre la práctica del judaísmo; por el contrario, Rab Hirsch hace lo opuesto: escribe Joreb, que es un libro que detalla cómo y por qué cumplir Mitzvot y posteriormente desarrolla su metafísica (que, por motivos no del todo claros, no termina de escribir y nunca publica).

Aunque esta explicación es bastante interesante y tiene méritos propios, creo que falla porque olvida las circunstancias históricas en las que vivió Mendelssohn. Considero que debemos buscar el error de Mendelssohn (asumiendo que lo haya cometido) en su propia biografía. Varios señalan su alejamiento de la comunidad judía: es extremadamente difícil poder mantener una identidad cultural sin gente que la comparta y quienes sostienen esta teoría dicen que Mendelssohn, al rodearse de gentiles de alta cultura en los salones berlineses, descuidó la faceta social y comunitaria del judaísmo. No es éste un movimiento consciente: no es que Mendelssohn arma una teología del judaísmo en donde relega lo comunitario. Simplemente él, en su vida cotidiana, prefería rodearse de intelectuales gentiles, y no de judíos.

Otros, especialmente desde una visión ortodoxa, argumentan que Moses Mendelssohn despreció (aunque sea inconscientemente) a los Guedolei Hador y a las grandes figuras rabínicas de su época. Nuevamente, no estamos hablando acá de un ataque frontal a los rabinos: él no dice directamente que no confía en los rabinos, y probablemente cualquier alusión a su falta de confianza en ellos hubiese sido considerado como una falta de respeto por parte de Mendelssohn. Por el contrario, estamos hablando aquí de una actitud apenas sugerida: Mendelssohn, aparentemente, habría tenido una mancha de orgullo que lo llevó a darse demasiada importancia a sí mismo. Esta explicación de índole más psicológica asume que existe un defecto de carácter en Mendelssohn, que, de manera oblicua, provocó que la mayoría de sus hijos decidan abandonar el judaísmo.

Otra explicación de la dificultad que tuvo Mendelssohn para transmitir su amor al judaísmo a sus hijos se focaliza en su filosofía: simplemente, frente a la crítica kantiana, Hegel y el romanticismo, quedó desfasada. Dicho de otra manera, la filosofía de Mendelssohn no superó el examen del tiempo y quedó demasiado anclada a su época, siendo considerada antigua incluso por algunos de sus contemporáneos más jóvenes. Desde el punto de vista de un kantiano, Mendelssohn hablaba un lenguaje incomprensible, puesto que no había asumido a la metafísica como una empresa inútil; desde el punto de vista de un hegeliano, Mendelssohn era un racionalista ingenuo que negaba el valor de la historia, eje primordial del estudio de cualquier fenómeno; desde el punto de vista de un romántico, Mendelssohn se apoyaba demasiado en la razón y despreciaba los sentimientos y la importancia de la voluntad individual. Según este enfoque, el problema de Mendelssohn no se circunscribe a su familia sino que es más amplio: simplemente se había vuelto un anticuado para las nuevas generaciones. Así, si bien uno podía admirar a Mendelssohn, resultaba muy difícil tomar partido por su filosofía y defenderla frente a los nuevos aires de la filosofía alemana.

En conclusión, Mendelssohn es una figura que permite múltiples interpretaciones por su riqueza y su complejidad. No confundamos, por lo tanto, al símbolo con la persona real.

En próximas entregas, más sobre Mendelssohn: vamos a entrar de lleno en su pensamiento filosófico, veremos si hay algo relevante para nuestras días en el mismo, discutiremos su supuesta “ingenuidad” filosófica y nos focalizaremos en su visión de la relación fe-razón y Estado y religión.