Rab Ovadia Yosef (1)

Decidí probar escribir artículos más cortos, dividiendo lo que antes hubiese sido un solo artículo sobre una persona en varias partes para que se puedan leer de una sentada. 

Rabino, maestro y político

Rab Ovadia Yosef nació en 1920 en Bagdad, Irak, y falleció en 2013, en Israel. Fue uno de los rabinos más importantes del siglo XX y una figura política muy importante en Israel: respetado por religiosos y seculares, tuvo un funeral multitudinario (entre 300.000 y 800.000 personas, más o menos el 10% de la población israelí). La familia de Ovadia Yosef emigró a Israel cuando tenía cuatro años. Estudió en las yeshivot sefaradim más importantes de la época y desde muy pequeño fue considerado un genio: tenía una memoria prodigiosa y una capacidad de estudio envidiable. En 1947, fue enviado a Egpito y sirvió allí como Dayan (juez religioso) en el Beit Din de El Cairo. En 1948, ya creado el Estado de Israel, decidió renunciar a su cargo y volver a Israel: allí fundó varias instituciones educativas para sefaradim y se dedicó a estudiar, enseñar y escribir Torá. En 1973, fue elegido Gran Rabino sefaradí de Israel, cargo en el que se mantuvo hasta 1983. En 1984, fundó el partido político Shas, que busca defender los intereses de los judíos jaredim sefaradim (vamos a hablar del tema en profundidad más adelante, porque la cosa es bastante más compleja). Reverenciado por muchos como una figura religiosa y espiritual de primer orden, criticado por otros por populista u oscurantista, Rab Ovadia Yosef es una figura fascinante y que nos va a permitir tocar un montón de temas fundamentales relacionados con el sionismo, el Estado de Israel y la tradición judía.

El camino de la Torá como forma de ascenso social

Ya hablamos de la cuestión sefaradí en los artículos sobre Saadia Marciano y Albert Memmi. En el primer caso, nos enfocamos en el sefaradí israelí, percibido como ciudadano de segunda clase, discriminado por bruto, grosero y poco culto; en el segundo, hablamos del sefaradí diaspórico, acusado de doble o triple lealtad, en búsqueda de una identidad propia. La solución de Marciano era reconstruir desde las bases el sistema político y económico israelí, acabando con los privilegios y cortando la discriminación de raíz; la de Memmi, abrazar la condición judía a través del sionismo como movimiento progresista y popular. Ahora vamos a ver un tercer camino: el de Rab Ovadia Yosef.

Ovadia Yosef nació en una familia judía iraquí pobre: su padre era verdulero. Una anécdota muy famosa cuenta que a los 13 o 14 años Ovadia Yosef dejó de ir a la yeshivá a estudiar: su papá le había pedido que lo ayude en el negocio familiar. Cuando se enteró de la situación, el Rosh Yeshivá, Rab Ezra Attiya, fue derechito a la verdulería y empezó a trabajar en lugar de Ovadia Yosef. ¿Qué hacía? Fácil: estaba convencido de que Ovadia tenía un futuro promisorio como Talmid Jajam y estaba dispuesto a trabajar para que el joven pueda dedicarse a estudiar Torá. Al enterarse de esto, el padre de Ovadia Yosef permitió a su hijo volver a estudiar. La conclusión ya la conocemos: Ovadia Yosef llegó a ser el rabino sefaradí más importante del siglo XX…

Esta anécdota nos muestra varias cosas interesantes: el origen humilde de Rab Ovadia Yosef, su capacidad para el estudio de Torá, su ascenso al poder mediante este mismo estudio y la importancia del trabajo en la sociedad sefaradí.

Si comparamos a Rab Ovadia Yosef con Saadia Marciano, vamos a encontrar varias diferencias notables, pero también algunas coincidencias bastante llamativas. Empecemos con las diferencias: Ovadia Yosef es bastante mayor que Saadia Marciano (pertenecé a una generación más grande, prácticamente); Ovadia Yosef es un rabino de renombre mundial, muy influyente y reconocido, mientras que Saadia Marciano es un hombre que se dedicó a la política con bastante poco éxito y, que fuera de un estrecho número de admiradores, es un desconocido absoluto; Ovadia Yosef es un hombre religioso, mientras que Saadia Marciano es secular. Ahora, las coincidencias: los dos tienen origen sefaradí y provienen de familias pobres; los dos se metieron en la política partidaria para defender los derechos de los judíos sefaradim; los dos son polémicos en sus declaraciones.

Rab Ovadia Yosef es un caso paradigmático del ideal judío tradicional: ascenso social mediante el estudio de Torá. Una persona que estudia día y noche sin descanso, que se dedica con cuerpo y alma al pueblo judío y que respira Torá a cada instante y que, mediante un esfuerzo constante, logra superar las dificultades y llega a ser un Talmid Jajam. Considerado por muchos como Posek HaDor, Ovadia Yosef logró llegar a la cumbre en términos de influencia en la comunidad judía religiosa, y todo esto lo logró por su diligencia en el estudio. Rab Ovadia Yosef llegó a formar parte de la “elite de estudiosos de la Torá” y se hizo un lugar en la “elite sefaradí” a fuerza de conocimiento y estudio. El prestigio, en la comunidad judía tradicional, se mide en Torá, no en dinero, viajes al exterior, cultura general o títulos universitarios.

El rabinato: Halajá y poder

La historia del rabinato del Estado de Israel es larga y extensa. En esta historia, se ponen en juego muchos intereses e ideologías encontradas. Para simplificar, digamos lo siguiente: el rabinato es una institución anterior a la creación del Estado de Israel, que tiene su antecedente directo en el Mandato Británico y antecesores más lejanos en el Imperio Otomano. Algunos críticos del rabinato, principalmente entre los sectores sionistas religiosos más radicales, señalan que el rabinato tiene su origen en el imperialismo británico, que buscó una forma de comunicarse políticamente y así neutralizar a la comunidad judía en la Tierra de Israel: según esta visión, la institución del rabinato no es más que una copia berreta de la jerarquía de la Iglesia anglicana y, por lo tanto, no tiene raíces judías ni es una institución auténticamente judía. Otros, sin embargo, consideran que el rabinato puede ser una institución que promocione un cambio de actitud frente a la religión y el modo de vida judío tradicional, y un agente de cambio en la Halajá misma, adecuándola para hacer frente a los desafíos de manejar un Estado moderno. Desde un punto de vista histórico, el rabinato sobrevivió con los años y se fortaleció con la creación del Estado: Ben Gurión dio autoridad al mismo sobre el matrimonio y algunas otras cuestiones fundamentales. Como ya hablamos del tema en el artículo de Ben Gurión y no quiero machacar sobre lo mismo, no voy a hablar de nuevo del tema. Para esta ocasión, lo importante es que Rab Ovadia Yosef obtuvo el puesto de Gran Rabino Sefaradí y, desde este puesto, impulsó medidas y realizó dictámenes legales que provocaron polémica. Además, este puesto de tanta exposición mediática le permitió amasar fuerza política y obtener grandes réditos a nivel político. Sin embargo, fue en sus años como Gran Rabino cuando se topó con los límites que tenía en su puesto (límites, por otra parte, nada inocentes y puestos con astucia e inteligencia por Ben Gurión): en cierto momento, Rab Ovadia Yosef se dio cuenta que si quería impulsar un cambio relevante, debía hacerlo desde la política partidaria, y no desde el rabinato ni la yeshivá.

Rab Ovadia Yosef tuvo puestos muy relevantes en el ámbito religioso: además de ser Gran Rabino Sefaradí, formó parte del Beit Din (tribunal rabínico) de Jerusalén. Este Beit Din estaba formado por Rab Ovadia Yosef, Rab Eliezer Yehuda Waldenberg (más conocido como Tzitz Eliezer) y Rab Qafih. O sea, el Posek (juez religioso) sefaradí más importante, uno de los Poskim ashkenazim más importantes (quizás el más, pero no quiero arriesgar a hacer una afirmación tan fuerte), y el Posek yemenita más importante. Era un dream team casi insuperable, de gigantes de la Torá, expertos en Halajá. Además, los tres tenían una visión abierta y relativamente moderna, atenta a los cambios de los últimos 200 años: Rab Waldenberg escribió libros importantísismo como el Tzitz Eliezer (de allí su apodo), fundamental para cualquier estudiante de Halajá, o Hiljot Mediná, libro fundacional de la Halajá aplicada al moderno Estado de Israel; Rab Ovadia Yosef renovó la Halajá sefaradí con libros como Yalkut Yosef; Rab Qafih fue el mayor experto en Maimónides de su época, un fenomenal investigador de los textos judíos que acumuló manuscritos medievales importantísimos y traductor de libros claves de la literatura judía árabe medieval, además de un halajista de primer nivel y un  firme defensor de las tradiciones de los judíos del Yemen. Era una mezcla perfecta de tres personas que destacaron por su visión y conocimiento. Es más, en algún futuro no muy lejano espero poder escribir sobre el Tzitz Eliezer y Rab Qafih, dos figuras fascinantes y sumamente interesantes.

Cuando Rab Ovadia Yosef era Gran Rabino Sefaradí en Israel, su contraparte Ashkenazí era Rab Shlomo Goren. Éste fue uno de los alumnos más prominentes del Rab Kook y también se merece un artículo propio. Para el artículo de hoy, nos sirve de contrapunto: Rab Shlomo Goren era un rabino sionista religioso, que fue “capillán” jefe del ejército israelí. La foto más icónica de Rab Goren es esta, tocando el Shofar en el recién liberado Kotel HaMaaravi. Rab Goren es conocido por haber promovido una visión halájica que conjugue la tradición con los desafíos de un Estado moderno: es una figura muy polémica en la política israelí porque algunos lo ven como un héroe religioso y de guerra mientras que otros lo consideran un peligro para la democracia, por su rechazo a la separación entre Estado y religión. Ahora bien, Rab Ovadia Yosef, desde una perspectiva diferente, no identificada tan fuertemente con el sionismo y teóricamente menos militante, también entremezcló religión y política, pretendiendo que la Halajá rija al Estado de Israel.

Los problemas del rabinato se ponen de manifiesto con el reciente caso de Yona Metzger, ex Gran Rabino ashkenazí, acusado y condenado por corrupción. Cada vez más israelíes, incluso dentro del público religioso, consideran que el rabinato se presta a la corrupción y que es un ente administrativo sin contenido religioso real. Algunos argumentan que la fusión entre religión y política es tóxica por naturaleza y que Israel debe avanzar hacia una separación completa entre Estado y religión. Otros argumentan que el problema no es la relación en sí sino los términos de la misma: según esta postura, en los últimos años el rabinato se “jaredizó”, tomando una postura demasiado dura y alejada de los problemas de la gente común, encerrándose en una torre de marfil, y hay que propiciar una reforma al interior de la institución para hacerla más democrática, abierta y/o accesible. Algunos piensan que esta reforma tiene que partir de considerar al reformismo y al conservadurismo como formas válidas de judaísmo, con sus propios parámetros de conversión y casamiento, atendiendo a sus criterios sobre la pregunta “¿quién es judío?”; otros rechazan aceptar al reformismo y el conservadurismo pero llaman al rabinato a encarar problemáticas claves y buscar soluciones novedosas para temas como las Agunot (esposas separadas pero cuyos esposos se niegan a firmar el divorcio, causando que no puedan volver a casarse ni formar una nueva familia), la conversión (principalmente en relación a la gran cantidad de rusos y descendientes de rusos que viven en Israel, que se consideran judíos y que participan activamente en la vida israelí, pero que halájicamente no son judíos por no ser descendientes de madre judía),  la relación religión-Estado y dilemas éticos apremiantes. Sea como sea, la cuestión es que hoy el rabinato sufre un descrédito cada vez mayor y es visto con escepticismo por una mayoría de israelíes, que lo consideran un ministerio del Estado que impone la religión a quienes no están interesados en ella, o una versión demasiado extremista de la misma.

Por otro lado, el rabinato es el lugar ideal para producir un cambio desde adentro del propio Estado y desarrollar los avances legales necesarios para conducir al Estado de Israel hacia una vía halájica. Dicho de otra manera, el rabinato puede convertirse en la plataforma para el desarrollo de un programa político-religioso que muestre cómo la Halajá puede y/o debe liderar las decisiones del Estado, sus instituciones y funcionarios. La pregunta de fondo es: ¿la Halajá está subordinada al Estado o por encima de ella? O, ¿sencillamente no tiene nada que ver con el Estado? Esto puede verse como una lucha entre seculares y religiosos. También, como una lucha al interior de las comunidades religiosas y seculares, que intentan encontrar un espacio para el desarrollo de un judaísmo vital. El rabinato es considerado por algunos como la demostración de que en el Estado de Israel no hay democracia real o pluralismo religioso; simultáneamente, otros lo consideran como el ícono de que en Israel la religión es un sirviente del Estado y que, por lo tanto, está subordinada al mismo y solo podrá ser creativa si rompe sus lazos con el poder político. El rabinato puede ser la plataforma para la subversión del poder secular o el lugar en donde el poder secular se impone por sobre el religioso.

En la próxima parte vamos a hablar de los sefaradim y su relación con el Estado de Israel. A partir de esto, voy a plantear la pregunta sobre si existe un sionismo sefaradí. También voy a hablar del Shas, el partido político que supuestamente representa a los sefaradim jaredim, e intentar escribir sobre el enfoque halájico de Rab Ovadia Yosef y sus implicancias políticas (si es que las tiene).

Links de la semana (37)

Shemot: The Book without names, por Ben Greenfield, es un dvar torá muy lindo.

¿Una política monoteísta? Rosenzweig, Levinas y el Estado de Israel, por Diego Fonti, es un paper bastante jugoso, aunque creo que discutible en algunas de sus premisas y planteos.

En otro orden de cosas, Los chinos no tienen honor, por Byung-Chul Han, en la revista Anfibia, muestra cómo la filosofía y la economía van de la mano: ¿podemos justificar la piratería china según la filosofía china?

Basta por hoy. Nos veremos la semana que viene…